viernes, 16 de abril de 2010

Operación Ratatouille de Huantar: Un invasor en casa.

"A mi papá y los del MRATA. (Léase eme-rata)"

Locación: Jardín trasero de la casa

Hora: 0200 hrs. (Léase cero doscientas)

Operación: Queso fresco 10

- Revisión de armas soldado.

- Sí, mi General.

-¿Uniforme, jeans y polos manga larga anti mordidas?

- Sí, señor.

-¿Botellas de Raid Max Triple Acción, lacrimógenas?

-Cargadas, y listas para usarse, señor.

-¿Escobas afiladas y con cerdas gastadas…para golpes mortales?

- En perfecto estado, señor

- ¿Trapos mojados como trampa mortal? Bien mojados, señor

-¿Bien exprimidos para no mojar el piso, no?

-Sí, mi General.

Lo que parecía una parodia era en verdad el inicio de una larga batalla. Ese General era mi papá. Lo único que tiene de General de repente es la voz, seria y caballeresca, y la mirada seria e imponente y a la que siempre se recurre. Y si lo vemos a la peruana, pues cierta dejadez para algunas aspectos de la vida.

Con el General nunca coincidimos en casi nada. Nunca tuvimos una relación paternal muy estrecha: nunca me llevó a jugar fútbol, no me enseñó a montar bicicleta, ni me ayudó a construir mi primera cometa. Nunca me habló de sexo, menos de drogas, solo supo decir siempre que en su casa le gusta ver orden y limpieza. Es aficionado a las películas de Kung Fu y muchas balas. A mí me gusta “pensar” un poco más, a él le aburre. Somos distintos y a la vez muy parecidos. Siempre queremos tener la razón (según mi mamá y mi novia, por algo nos dicen de tal palo tal astilla). Somos lentos y algo flojos, pero siempre buscamos la perfección en lo que hacemos. Somos bromistas cuando debemos, y serios cuando algo nos incomoda. Llevamos el mismo carácter, y eso nos ha hecho chocar muchas veces. Pero siempre soy yo quien da el brazo a torcer. Él vino de una familia pequeña, hijo único, lo cuál lo encerró en un mundo pequeño, donde siempre fue engreído y casi nunca tuvo que mover un dedo para las labores básicas. Yo tengo un hermano y en estos tiempos ambos ayudábamos en las labores.

Ahí estábamos. Entrando al nuevo territorio enemigo. No era la primera batalla que peleamos juntos, pero ya no teníamos refuerzos. Éramos solo él y yo. Cualquier movimiento podía ser vital para encontrar a este intruso, infiltrado y advenedizo roedor.

– Enemigo a las dos en punto.- dijo el General -Detrás de aquella trinchera.-Debíamos acorralar al enemigo acorde a las órdenes del General. Teníamos que asegurarnos que el intruso esté desarmado y en una posición de improbable escape. Había muchos obstáculos delante, la mesa nueva con sombrilla verde, y por supuesto nuestra parrilla a gas. Cuidadosamente retiramos y acomodamos las cosas, para que estén a nuestro favor.

Los nervios eran inminentes, era una situación de suspenso total. Las cero doscientas no es una buena hora para hacer escándalos, y teníamos que ser precisos en cada ataque.

LA ESTRATEGIA.

Hace poco terminé de jugar Medal of Honor (juego basado en el nefasto Holocausto y las misiones de heroicos soldados para destruir a la armada de Hitler), y tuve muchos sueños en los que me encontraba dentro del juego. Esta vez era una misión real. Tenía armas para escoger. De cada arma dependía el resultado de la misión.

Identificar la posición del enemigo en el escondite.

Encendí la linterna y cuidadosamente empecé a acercarme hacia la posición del enemigo. Avisándole que venía por él. El campo estaba totalmente abierto, una luz blanca muy fuerte alumbraba lo que sería el objetivo. Un ligero movimiento advierte que hemos sido avistados. Es hora de acercarse sin temor.

Cara a cara con el enemigo.

Pude ver la sombra y cada movimiento (al milímetro) que hacía el enemigo. Hasta que mostró su cuerpo y en un instante cruzamos miradas. Un punto negro brillante que, a medida que la luz era más fuerte, se dilataba. Las pulsaciones se hacían cada vez más fuertes y la respiración era incontenible. “Estamos los dos y nadie más, y serás tú quien tendrá que perder”. La luz se apagó. Era hora de continuar.

Sacar del escondite al enemigo: uso de armas químicas.

En una misión del juego tenía que usar gas mostaza y huir antes de que explote el lugar. Era hora de atacar. La linterna pasó a mi bolsillo, y la botella llena de Raid Max estaba en mi mano derecha. El General estaba dispuesto a sumarse al ataque: yo por el flanco derecho, él por el flanco izquierdo. Poco a poco anos acercamos y tuvimos un presentimiento de que el animalejo estaba muy cerca y nos sentía.

A cada paso, me detenía a pensar si era la mejor táctica que podíamos usar. Ya que, si más no me equivoco, el Raid puede crear una reacción agresiva o hacer que el enemigo salga aturdido. La voz de fuego a discreción fue la señal y una nube de gases tóxicos cubrió en un instante el ambiente. ¡Retirada momentánea! Se oían las fuertes quejas del enemigo, unos chillidos fuertes que se fueron apagando para dar paso al contraataque. Él también tenía las armas listas para atacar. Tenia la cola enroscada y la posición de salto era inminente, quería huir, si lo conseguía toda la misión sería un fracaso.

El General tomó la pronta decisión de continuar el ataque. Esta vez cogí dos armas, y fui contra del procedimiento. El general dio la orden de disparar, pero no estaba listo…de pronto estalló la guerra. El disparo de Raid fue ineficaz, el ratón de un brinco terminó con los planes, fallé la segunda oportunidad, el escobazo salió desviado, y el trapo mojado fue un arma insuficiente. El ratón huyó a las 0300 a.m. con rumbo oeste hacia los matorrales del jardín de mamá y no hubo señales, parecía estar aturdido y ciego, pero aún con vida.

MISIÓN FALLIDA.

La expedición fue todo un fracaso, no hubo bajas mortales, pero si heridas.

-Carajo, te dije que lo barrieras con la escoba, y que le tires bien fuerte el trapo.

-Qué querías que haga, te advertí que no dispares el Raid porque ya se estaba escapando.

-Mejor yo me hubiese quedado en tu posición y tú hubieras disparado.

Era tarde, muy tarde, tenía frío, tenía sueño, la moral abajo, y toda una vida para escuchar el mismo reproche. ¿Por qué no puedes hacer algo bien?

Esa misma pregunta la escucho con regularidad ¿Ustedes no?

Esto da como resultado señores la Lección Tres: Si a tu papá le gustan las películas de guerra y a ti te gusta vivirlas en un videojuego, estás por buen camino. Felicitaciones. Condolencias para mí.

Hasta la próxima.


PD1. La foto 1 fue una recreación no tan fidedigna de la casería del ratón.



PD2. Me parece que se acerca el aniversario del rescate de la Embajada del Japón, me tocó verla por la tele, y se viene una película, aparentemente interesante. Pero por si las moscas una fotito para refrescar la memoria, de esa misma toma que llenó nuestras vidas cerca de un año.



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